Espiritualidad

El marista está llamado a “respirar” el espíritu de María, “a pensar como María, juzgar como María y como María sentir y obrar”. El fundador de la Sociedad de María, Juan Claudio Colin, ofrece una manera propia de vivir la vida, es decir, la Espiritualidad Marista, con una serie de intuiciones, expresiones, imágenes y símbolos. Esta espiritualidad permite a la persona entrar en el proyecto divino de amor incondicional a todos, manifestado en el Hijo de Dios hecho carne, Jesús, nacido de María.

Algunas expresiones muy apreciadas por los maristas

María en la Iglesia naciente

La presencia de los apóstoles y de María en la primera comunidad cristiana es punto capital de referencia para los maristas. Podemos imaginar a María en medio del grupo de los creyentes: con su fe y su sabiduría debió contribuir mucho a la vida de la Iglesia, aunque de manera discreta.

María en Nazaret

Nazaret es otro punto de referencia en la vida de los primeros maristas. Nazaret es en cierto modo el lugar al que acuden en espíritu los maristas, y desde allí pueden ver las cosas como las ve María. En Nazaret, María conservaba y meditaba en su corazón los acontecimientos de la vida de Jesús. Nazaret es el lugar donde Jesús fue creciendo lenta, silenciosa y discretamente en sabiduría y fortaleza interior. Nazaret es también un modo de abordar la vida, que ayuda a los maristas a “meditar las cosas de Dios y guardarlas en su corazón”. Nazaret es el lugar del corazón, un lugar de silencio y de fe serena. Un lugar de crecimiento.

Desconocidos y ocultos

La expresión “desconocidos y ocultos” forma parte del fundamento de lo que significa ser marista. Es su fuente de inspiración y como su divisa. Estar en el mundo como “desconocidos y ocultos” es una llamada a actuar con sencillez, modestia y humildad. El acento cae más sobre la manera de actuar que sobre el que actúa. Para el fundador de la Sociedad de María, Juan Claudio Colin, ser “desconocido y oculto” era el único medio de hacer el bien.

Compasión

En la cultura del éxito, de la productividad y de la competitividad, no parece que quede mucho espacio para la compasión. Sin embargo, en la Escritura leemos: “Cuando acabó de lavarles los pies se puso otra vez el manto y les dijo: ¿comprendéis lo que he hecho con vosotros?” (Juan 13).

La compasión, como el amor, necesita hechos concretos. La gente verá que somos discípulos de Jesús y experimentará su amor cuando nosotros los sirvamos compasivamente. Los maristas se sienten llamados a ser “instrumentos de la misericordia divina”, a reproducir esa característica de Dios, y a ayudar así a construir una Iglesia concebida no en términos de poder, organización, control, administración y competividad, sino más bien en términos de comunidad, misericordia, sencillez, perdón y comunión. Y por esa razón deben acoger a todo el mundo, sin excluir a nadie, y tener el corazón abierto a todos.

Una Iglesia mariana

Una buena manera de describir la obra marista podía ser “permitir que la Iglesia se realice”. Pero no se trata de una Iglesia cualquiera, sino de una Iglesia con rostro de mujer, de madre, de discípula, manifestando perdón y compasión; una Iglesia que viva el Evangelio al estilo de María.

Para otras expresiones y más detalles, consultar las páginas web

In English:
General House: maristsm.org
Ireland: maristfathers.ie
New Zealand: sm.org.nz
USA: societyofmaryusa.org
Colin: jeanclaudecolin.org

In French: maristes-france.org
In German: maristenpatres.de
In Norwegian: sites.google.com/site/maristua/

Marist Studies: mariststudies.org